En esto del sector del olivar, y más en concreto en los aceites de oliva llevamos unos cuantos años viviendo una dulce realidad: los precios que se están percibiendo últimamente, entre 3 y 4 euros kilo, están provocando que los agricultores vean en el olivar destinado a aceite de oliva algo así como “el dorado”.
Ello unido a la escasa rentabilidad de otros cultivos, fundamentalmente de labor, está induciendo a que estemos cambiando nuestro paisaje a ritmo vertiginoso con una siembra masiva de olivares, y no sólo hablamos de nuestro entorno, hablamos de la mayoría de las provincias de Andalucía, Extremadura, Castilla – La Mancha, e incluso nuestro país vecino Portugal. El fenómeno es tal que la Universidad de Jaén está comenzando a estudiar con detalle las miles de hectáreas sembradas de este cultivo en los últimos años.
“Nuestra responsabilidad, es aconsejar a nuestros agricultores”
La responsabilidad a la que nos enfrentamos ahora desde Manzanilla Olive es la de aconsejar a nuestras cooperativas y agricultores para que abran los ojos y empiecen a prepararse para el futuro que se nos avecina, y no seguir viviendo en el falso mundo del aceite por encima de los 3 euros al que tan rápidamente nos hemos acostumbrado y en el que tan a gusto se vive, porque sin querer ser agoreros, es un ciclo que como todos tendrá su fin.
Pronto hemos olvidado aquellos años en que el aceite se vendía a duras penas a precios de 1,80 euros el kilo, y donde el sector productor se quejaba una y otra vez de la escasa rentabilidad del olivar tradicional y en los que pedíamos a Bruselas que activaran los mecanismos del almacenamiento privado para frenar las caídas de precios.
La realidad es que la situación que vivimos es coyuntural y que las amenazas de este sector siguen siendo las mismas: Terceros países con una producción emergente, la superproducción a nivel mundial, y sobre todo la necesaria reconversión del cultivo tradicional y la escasa rentabilidad del cultivo por debajo de ciertos precios.
No es menos cierto que hablamos de un producto de primera calidad, de características saludables incontestables y envidiables por el resto de grasas vegetales y que España es el principal país productor de aceite de oliva. En teoría deberíamos ser quienes controláramos el mercado y quiénes deberíamos poner precio al producto, pero desde luego no ocurre en un mundo tan globalizado.
Aprovechamos pues la oportunidad en esta publicación para incitar:
A los agricultores, a que aprovechen estos años de “vacas gordas” para prepararse para el futuro, que reconviertan sus olivares tradicionales a variedades y marcos más productivos, que instalen regadíos o mejoren los existentes, que se mecanicen al máximo invirtiendo en maquinaria, y que en definitiva maximicen sus producciones y minimicen sus costos de manera que busquen un nivel de eficiencia que les permitan ser rentables en el tiempo y prepararse para el futuro.
A las cooperativas, para que mejoren sus almazaras, inviertan en recepciones más ágiles porque con la mecanización de la recogida se nos avecinan campañas cada vez más cortas y más intensas, que estudien muy bien los incrementos de producciones de sus socios en los próximos años y adapten sus capacidades de molienda a dichos incrementos, a que apuesten por la calidad como único factor diferencial, a que enseñen a sus agricultores cómo conseguir aceites de calidad, a que elaboren aceites monovarietales, a que se integren con las cooperativas limítrofes aprovechando las ayudas existentes para fusiones e integraciones, a que preparen sus almazaras diseñándolas para poder mostrarlas al público en general y aprovechen la nueva tendencia del “Oleoturismo”, a que profesionalicen la comercialización de sus aceites a granel y envasados integrando la comercialización en estructuras de segundo grado, y a que vayan destinando estos años de tan magníficos precios una parte de dichos beneficios a hacerse fuertes de cara al futuro.
El olivo forma parte de nuestra historia, pero por sí solo no convivirá con nosotros siempre si no le ayudamos a mejorar. La producción debe ser rentable y sostenible, y para ello debemos mirar a nuestro alrededor para ver qué está ocurriendo, y hacer planes siempre a medio y largo plazo para situarnos en el futuro dónde queremos estar.