Aunque parece que la tendencia está cambiando en los últimos años, la aceituna de mesa y el aceite de oliva no siempre han gozado de la fama de saludable, natural y bondadosa que actualmente tienen.
Se dice del consumo de la aceituna de mesa y del aceite de oliva que aportan muchas calorías, que engordan mucho, que no sirve para cocinar, que el mejor aceite es el que menos acidez tiene. Mitos creados por desinformación o para favorecer el uso de otras grasas menos naturales y saludables. Incluso existe todavía un desconocimiento generalizado de que el aceite de oliva virgen extra es el de más calidad, con más beneficios y mayores características sensoriales.
Pero cabe preguntarse ¿por qué el olivo ha sido cultivado desde la antigüedad?
Pues debido al conocimiento de las innumerables propiedades beneficiosas para la salud de su fruta y su zumo, conocidas y valoradas por diferentes civilizaciones.
“Presencia desde tiempos remotos”
- En la Grecia Clásica, el transporte del aceite de oliva era asegurado por una flota de barcos aceiteros.
- Homero definió al aceite de oliva como “oro líquido”.
- Leyendas como la fundación de Atenas en Grecia, o el monte Testaccio de Roma, tienen el olivo y el aceite de oliva como protagonista.
- Los romanos ordenaron a las poblaciones conquistadas el pago de los tributos bajo forma de aceite de oliva.
Son pocos los alimentos que pueden presumir de tan larga trayectoria y presencia en siglos de historia y de sus tan apreciadas cualidades y bondades.
Ahora es el momento de que nuestro consumidor los disfrute y los exija en la mesa. Deberíamos celebrar en cada provincia, en cada pueblo olivarero, la llegada de la aceituna y del aceite nuevo.
Eso es la auténtica cultura olivarera, eso es contribuir a que las generaciones futuras conozcan y aprecien el verdadero valor y bondades de nuestras aceitunas y nuestros aceites de oliva.
A tomar conciencia de que las aceitunas de mesa son auténticos alimentos saludables, y que el aceite de oliva virgen extra es un verdadero zumo de fruta y no una simple grasa vegetal.
Si antaño gustaban los aceites dulces, ahora la tendencia ha cambiado. Cuando el consumidor degusta un aceite que huele a naturaleza sana, a campo abierto y a fruta fresca…. lo elige. Y cuando además se le explica que el picor y el amargor se deben a los potentes componentes fenólicos, antioxidantes que nos previenen frente a nuestros principales enemigos, los radicales libres, entonces ya no quieren aceites refinados.
Si ya lo decían nuestros poetas…..
El naranjo sabe a vida
Y el olivo a tiempo sabe….
Miguel Hernández